La Terapia Gestalt está dentro de la Psicología Humanista (o Tercera Fuerza). Con ella comparte la visión esperanzada de que el ser humano es bueno en esencia y tiende a su autorregulación. Se caracteriza por estar hecha más que para tratar enfermedades, para desarrollar el potencial humano.

Como decía su creador, Fritz Perls: «La terapia es demasiado beneficiosa para reservarla sólo a los enfermos». 

La Terapia Gestalt nace sobre los años cuarenta principalmente del psicoanálisis y es influenciada por la filosofía oriental y existencial, por el psicodrama, los enfoques fenomenológicos existenciales y otras corrientes de pensamientos, artísticas y científicas de aquel momento. 

Entiendo la Terapia Gestalt no sólo como una terapia para ayudar a sanar a quienes sufren y para quienes desean crecer y desarrollarse personalmente, sino también como una fuerza revolucionaria en la sociedad y una filosofía ante la vida. 

La Terapia Gestalt es una búsqueda por la autenticidad; por ser realmente lo que somos, por vivir más en el presente, más desde adentro, más libre de los “deberías”. En resumen; ser personas más espontáneas, con mayor capacidad de darse cuenta y de amar. 

La terapia es para cualquier persona que busque apoyo emocional, crecimiento personal o enfrentar desafíos en su vida. No hay un «perfil» específico; las personas que acuden a terapia provienen de diversos trasfondos, edades y circunstancias.

No hay un problema «demasiado pequeño» o «demasiado grande» para buscar ayuda terapéutica. La terapia es para aquellos que desean un espacio confidencial y de apoyo para explorar sus pensamientos, emociones y comportamientos, así como para trabajar hacia el bienestar emocional y la realización personal.

En resumen, la terapia está abierta a cualquier persona que esté dispuesta a comprometerse consigo misma, a crecer y a buscar cambios positivos en su vida, independientemente de su situación actual.

Mi modelo terapéutico lo relaciono con la figura arquetípica del “Sanador Herido”, es decir:

Uno que al reconocer sus vulnerabilidades y heridas se usa a sí mismo como herramienta terapéutica. En vez de evitar, profundiza en su propio sufrimiento y trabaja en la integración de sus sombras, para así acercarse con mayor humanidad y empatía al ayudado, sabiendo que nada del otro le es ajeno. 

Confío que lo curativo reside más que la técnica en el encuentro auténtico de persona a persona, de corazón a corazón.

“Conozca todas las teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana, sea apenas otra alma humana». Carl Jung

La duración de cada sesión terapéutica puede variar, pero habitualmente las sesiones tienen una duración de aproximadamente 50 minutos. Esta duración puede ajustarse según las necesidades individuales y la dinámica de la sesión. Es importante para mí proporcionar un espacio suficiente y el tiempo adecuado.

Los honorarios por sesión pueden variar según la duración y otros factores relacionados. Mi objetivo es ofrecer un servicio terapéutico accesible y adaptado a tus necesidades. Te invito a contactarme para saber más sobre los honorarios y cualquier opción de pago.